Los
amantes se deseaban, pero no podían abrazarse. Cada uno de ellos comenzó a
golpear con fiereza las mamparas que les separaban. Desde la cercana lejanía el
uno del otro, luchaban para poder acariciar las palmas de sus manos, mas éstas
sólo alcanzaban a rozar el frío cristal. Lentamente la rendición en sus cuerpos
comenzó a hacer mella. Eran incapaces de romperlo, y ya sólo se miraban como
dos estatuas, inertes, sin fortaleza. Entre las dos transparentes barreras,
transeúntes caminaban libres. Algunos de ellos con un libro cerrado bajo la
axila, otros agarrados de otras manos. Así pues, los enamorados optaron por
sentarse, cansados. En sus mentes tan sólo recordaban las sonrisas que se
habían dedicado, las caras tristes, las lágrimas secas en rostros hipócritas,
los mecánicos guiños de complicidad. Expresiones erróneas, frases mal
pronunciadas. Cerraron los ojos y se dejaron llevar, consumidos dentro de ese
lugar donde estaban atrapados. Y ya sólo sentían cómo se alejaban más y más, mientras
eran absorbidos por el gran agujero negro del Smartphone gigante donde vivían.
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3 de noviembre de 2013
BILLETE DE 500
El motor se puso en marcha. Apoyé mi mano en el cristal
de la ventanilla mientras te miraba. Llovía y estabas empapado, y veía cómo te
alejabas y te perdías entre la multitud, hasta desaparecer.
-Adiós, pequeño… adiós –susurré al borde del llanto. –No
olvidaré vaciar mis bolsillos cuando vuelva a meter el pantalón en la lavadora.
Microrrelato seleccionado en el libro "Bocados sabrosos III", del Concurso de Microrrelatos ACEN. Libro solidario a favor de A.F.A. (Asociación de Familiares de personas con la enfermedad del Alzheimer y otras demencias de Castellón). Si estás interesado en el libro, busca en el lateral de mi blog.
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