Y
como hojas son,
las
siluetas almendradas de tus ojos,
flotando
en la humedad de tus iris terrosos,
que
son de cielo,
que
son de arena,
de
agua fina que cubre, son.
Del
sol que brillan,
tan
espléndido cuando miras, directo,
tan
inmenso,…
que
son dos soles, cada una de tus pupilas, en el centro.
Que
son las ondas de un rumor,
la
suave curva de tus orejas,
que
no se agarran,
y
no se atrapan,
y
no se amarran.
Que
son susurros, aliento son,
tan
callados
como
el límite lejano, donde aún viaja la criatura,
¿te
acuerdas?
La
historia aquella que inventamos,
aquella
isla…
Tan
íntimos, que son secretos,
tuyos.
Míos.
Pues
de la curva de mi boca,
son
las ondas del rumor,
que
no se agarran,
y
no se atrapan,
y
no se amarran,
y
sí se rozan,
y
sí se tocan,
y
sí se palpan,
y
sí se ahogan,
tan
profundos,…
que
son los besos.
Y
nuestros son...
Sean de quienes sean dichos elementos, pueden sentirse orgullosos de haber sido tan hermosamente descritos por semejante artista, y agradecidos por pertenecer a dos seres tan profundamente enamorados que disfrutan de los sentidos que emanan de ellos a cada segundo que sus encuentros se hacen presente.
ResponderEliminarEstoy seguro de que seguirán creando nuevas fantasías con las que deleitarse, y traduciendo sus sueños al idioma al que solo los poetas saben poner palabras... como envidio lo que hoy son... y que calidez me transmiten lo que mañana serán...